Conclusión




Estamos ante un nuevo desafío. El mar puede llegar a convertirse en un desierto nunca esperado. El hombre debe respetar la naturaleza, vivir en armonía, satisfacer sus necesidades sin descuidar las de las generaciones futuras. La contaminación, depredación y sobreexplotación conducen a la pobreza y al hambre. Pero no todo es negativo en lo que respecta a los mares. En los últimos veinte años se han establecido muchos convenios internacionales con el fin esencial de reducir la contaminación marítima, y ya hay logros concretos. Sin embaro, debemos tener claro que el tiempo apremia y que la responsabilidad es de todos.

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